sábado, 3 de noviembre de 2012

Historia de un amor platónico (PARTE II)



HISTORIA DE UN AMOR PLATÓNICO

Jak salió del despacho del jefe médico, se dirigió hacia su pabellón, a pasos agigantados que él casi no podía hacer debido a su cojera. Iba muy enfadado, al entrar se encontró con Marlene, la quiso esquivar pero ella lo cogió del brazo, preguntándole qué le pasaba.  Él no quería decirle nada, ella le insistió, pero él no estaba dispuesto a decir nada, ella lo dejo marchar porque la llamaban de la enfermería.    Jak llegó a su habitación abrió el armario,  saco la poca ropa que tenía guardada, la echó encima de la cama, y busco una bolsa o maleta para llevársela. Descubrió que todo lo que tenía estaba roto o quemado por el incendio, y se sentó en la cama maldiciendo su suerte; estando cabizbajo no se dio cuenta de que había entrado el jefe médico, este le tocó en el hombro y le dijo: amigo aquí te traigo los periódicos para que sepas a lo que te enfrentas. Así podrás defenderte de toda esa gente que quiere tu cabeza. Gracias, le contesto Jak, pero es inútil ya me han juzgado y sentenciado, a lo que el médico le contestó: yo pensaba que tenía un luchador valiente, pero veo que usted ya está muerto. Jak lo miró fíjamente, ¿qué quiere decir con eso?     Su madre ha estado aquí muchas veces preguntando por su hijo, arriesgó que su padre se enterara y la echara de casa, le ha traído toda su  ropa, también dinero para que usted luchara por su dignidad y usted ¿Qué va hacer?, ¿Tirarlo todo?, ¿Esconderse?  Usted decide.
Marlene fue a la habitación de Jak para ver como estaba, lo encontró ojeando un sinfín de periódicos, se quedó sorprendida y le preguntó ¿Qué pasa?  Él le dio varios periódicos y le dijo:  lee lo que dicen de mí. Ella le contestó que ya sabía lo que ponían los periódicos,  entonces él se levantó de golpe diciéndole:  si lo sabías ¿por qué no me dijiste nada?, porque eso no iba bien para tu recuperación -le dijo ella-. ¿De qué me sirve mi recuperación si voy acabar en una cárcel? –contestó él-, ella le replicó:  todavía nadie ha dicho que tú seas culpable de nada. Yo no estoy tan seguro de eso, yo di la orden de que entraran. Sí afirmó ella, pero coaccionado por tus jefes. Sí, eso es así, pero ellos nunca lo van a reconocer. Por eso lo que tienes que hacer, es buscarte un buen abogado y a ser posible que no esté en la influencia de Londres. Yo no conozco a ninguno. No te preocupes tu madre ya te ha buscado uno que te va a  negar que lo haya contratado ella, o sea,  que dedícate a recordar todo lo que pasó  porque  ahí  puede estar tu suerte. ¿Mi madre  lo ha contratado? preguntó Jak, ¿por qué? ¿Para lavar su conciencia? A lo que Marlene contestó:  es la única persona que no te ha dado la espalda de tu familia, creo que tendrías que hablar con ella o por lo menos con el abogado que te ha buscado. Tú sabes perfectamente que si tu padre se entera de que te está ayudando, lo va a pasar muy mal. Deberías darle una oportunidad, por lo menos deja que se explique, no tienes nada que perder. Él se quedo pensativo, nunca había recibido una sola caricia de su madre, nunca se preocupo por él, ¿a qué venía ahora ese afecto hacia él? No entendía nada de lo que estaba pasando.  Marlene le miraba fijamente. Quería abrazarlo pero no se atrevía, lo veía muy confuso, no sabía cómo hacer para ayudarlo, su corazón sufría de ver que él lo daba todo por acabado, que no iba a luchar, que su vida se acabó en aquel fatídico  incendio.
Marlene se armó de valor y le preguntó si sentía algo por ella, o solo era una enfermera más del pabellón.  Él la miro con los ojos medio cerrados, y le dijo: tú eres la persona que me ha devuelto a la vida. Entonces ella le preguntó: ¿y qué vas a hacer con ella, la vas a enterrar entre estas cuatro paredes?  Jak  le puso la mano sobre el hombro, diciendo: para mí ya no hay vida fuera de aquí, ya se han encargado de que no pueda salir.   Ella enfurecida le dijo: ¿dónde están las cerraduras que impiden que salgas? ¿ De qué sirvió todo el trabajo de estos meses, para que tú te rindas sin más? ¿Ese es el orgullo que quieres defender?, ¿Ni siquiera eres capaz de defender a tus compañeros y honrar a los que murieron? ¿Dónde están tus agallas, tú, que has sido su mando más inmediato?.. No mereces ni que te cuiden, estás ya muerto y a los muertos se les entierra. Enhorabuena,  has conseguido ser un muerto en vida; ya no me necesitas.  Se fue corriendo hasta su habitación y se echó llorando en la cama, hasta que se le secaron las lágrimas. A la mañana siguiente, se levantó, se arregló, desayunó y se fue para su sitio en el pabellón. Se concentró de  lleno en su trabajo hasta que el jefe médico le informo que Jak  había salido por la noche. Ella le dijo que no le interesaba nada sobre él; prosiguió diciéndole que le encontraron borracho en la carretera, y que se había querido tirar delante de un automóvil. Entonces levantó la cara preguntando: ¿está bien? ,  a lo que le respondió:  magullado más en su ego que físicamente. Ella se pasó las manos por las mejillas disimuladamente para secar sus  lágrimas, diciéndole a su jefe: no sé que puedo hacer por él; ha perdido las ganas de luchar, quiere morirse. Usted mismo acaba de decir que se ha querido suicidar, ¿qué más necesitamos para encerrarlo de por vida?….
El doctor  pasó su brazo por encima de los hombros, sacándola del pabellón cariñosamente, y la invitó a sentarse en un banco del jardín. Una vez sentada le pidió disculpas por el atrevimiento de haberla cogido de esa manera, y acto seguido le dijo: Marlene, eres una buena profesional, pero te falta aprender de la vida. Eres muy joven, de ahí tu inexperiencia. Tú sabes que soy psiquiatra, por tanto mi campo son los comportamientos humanos y las enfermedades mentales; tú crees que una persona a la que  han calumniado, hundido, pisoteado, mancillado, al que su propia familia  ha dado la espalda  haciéndole renunciar a sus propios apellidos, solo por seguir teniendo un estatus en la sociedad ilustre de este país, puede seguir luchando solo contra esta sociedad manipuladora? ¿Tú lo crees?  Pienso que deberías estar a su lado ahora más que nunca, hacerle comprender que estás con él, que tiene que luchar, que la lucha va a ser fuerte y puede perder. Vas a decaer muchas veces, pero tienes que ser dura inflexible, piensa que a veces te aborrecerá, pero al final el amor lo curará todo.  Yo siempre estaré a tu lado en lo que necesites, medicinas, ropa, dinero, pero él nunca deberá saber que yo lo ayudé. ¿Qué me dices Marlene?  Ella lo miró fijamente a los ojos, con cara de estupor,  diciéndole ¿usted cree que yo puedo hacer lo que me pide, cuando él no quiere saber nada de luchar,  ni de vivir?   Amiga no hay peor ciego que el que no quiere ver, no te das cuenta que lo que ha hecho es para llamar tu atención, porque pensaba que no te volvería a ver. Lo que tienes que hacer es ir a curarle y lo demás ira viniendo por sí solo. En tus manos está el futuro de ese hombre. Ve, demuestra que tú eres su salvación, o por lo menos su esperanza. Sé que lo puedes hacer y además con éxito.

Pasaron los días, los meses, Jak se sentía arropado. Marlene era su sombra, habían buscado el abogado que secretamente la madre de él le pagaba, estaban preparando su defensa, tenía ilusiones pues el Letrado le daba confianza. Veía que era cauto pero tenaz, con ganas de que aflorara la verdad, lo estudiaba todo con detalle, no dejaba nada al azar,  y eso les daba un plus de confianza para seguir luchando. Ya solo quedaba una semana para el juicio, habían comprado ropa para que fuera a la vista correctamente vestido, como decía el Abogado, ni muy elegante, dando sensación de opulencia, ni  mal vestido dando sensación de harapiento. Lo justo, pues había que cuidar las formas ya que él tenía un alto cargo y no podía dejar el menor resquicio de que en los últimos meses estaba en un Sanatorio Mental. Debía  mostrarse lo más normal posible, con todos sus diálogos aprendidos. No tenían margen para rectificaciones, no se podía permitir fallos, pues eran el centro de todos los debates. Los periódicos iban caldeando el ambiente….
Marlene le cuidaba con un mimo exquisito, sabía que gran parte del éxito dependía de cómo él afrontara el reto. Le decía como moverse, o hablar, nunca con prepotencia sino con humildad y siempre mirando a los ojos del que le hablara demostrándole su sinceridad



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